Cinco personas de pie uniendo sus manos en el centro con banderas al fondo en un entorno urbano
POLÍTICA

Se cumplen 10 años de la 'jugada maestra' para proclamar la independencia en 18 meses

Junts pel Sí obtuvo la mayoría absoluta en las elecciones plebiscitarias del 27 de septiembre

La Diada que ha puesto el último clavo en el ataúd del procesismo coincide irónicamente con el décimo aniversario de las elecciones que les dieron la mayoría. Las elecciones al Parlament de Cataluña del 27 de septiembre de 2015 se presentaron como unos comicios plebiscitarios. Junts pel Sí obtuvo una aplastante mayoría de 62 diputados tras haber presentado una hoja de ruta que prometía la proclamación de la independencia en 18 meses.

Oriol Junqueras, Muriel Casals, Raül Romeva, Carme Forcadell y Artur Mas, posaron eufóricos en vísperas de las elecciones. “Si la ciudadanía elige una mayoría de diputados a favor de la independencia, se iniciará un proceso hacia la creación de un estado independiente”, prometieron.

Infografía en catalán con el título Full de Ruta que muestra un esquema de pasos para la independencia de Cataluña en 18 meses, incluyendo elecciones, declaración de independencia, proceso constituyente, redacción de una constitución catalana y referéndum, con el logo de Junts pel Sí en la esquina inferior derecha

Aunque los diez diputados de la CUP otorgaron la mayoría absoluta al independentismo, la hoja de ruta nunca se llevó a cabo. El mayor engaño de la clase política catalana condujo a una profunda crisis social cuyo precio aún estamos pagando. Sin embargo, los líderes que perpetraron el engaño siguen al frente de los partidos sin asumir responsabilidades.

Jugada maestra: la independencia en 18 meses

Aquella aventura empezó en el mes de mayo de 2015, cuando ERC, CDC, Òmnium Cultural y la Assemblea Catalana firmaron un preacuerdo para integrar una lista electoral unitaria. Partidos y entidades se unieron en torno a una hoja de ruta que prometía proclamar la independencia de Cataluña en dieciocho meses.

El “proceso hacia la creación de un Estado independentista” constaba de dos fases. 

  • Primera fase: si el independentismo obtenía la mayoría absoluta tras las elecciones del 27-S, formarían un gobierno de concentración en torno a la presidencia de Artur Mas. Este gobierno tendría la misión de crear las estructuras de Estado necesarias para proclamar la independencia. Prometieron iniciar un proceso constituyente que culminará en la “desconexión” del ordenamiento jurídico español.
  • Segunda fase: Una vez aprobadas las leyes de transitoriedad y proceso constituyente, se celebrarían unas elecciones constituyentes para la culminación de un Estado independiente. Se aprobaría una Constitución catalana, y se celebraría un referéndum para su ratificación.

Después de las elecciones, la CUP invistió un gobierno de concentración independentista a cambio de la liquidación política de Artur Mas. Este dio un paso al lado y Carles Puigdemont fue proclamado President de la Generalitat. El Parlament proclamó la declaración de inicio del proceso de independencia, con 72 votos a favor, 63 en contra y ninguna abstención.

Pero tras el estrepitoso fracaso del Procés en octubre de 2017, los líderes procesistas reconocieron que nunca prepararon las llamadas “estructuras de estado”. Desde el 10 de enero de 2016 (investidura de Puigdemont), hasta el 27 de octubre de 2017 (declaración fallida de la independencia), lo que hubo fue una huida hacia adelante.

De la jugada maestra al apocalipsis

Si la preparación de la independencia fue un desastre, la gestión del fracaso fue aún más desastrosa. Tras la proclamación fallida de la independencia (los famosos ocho segundos), cada uno hizo la guerra por su lado. Algunos líderes decidieron fugarse al extranjero, mientras que otros se quedaron para enfrentarse a la justicia española. 

Un grupo de personas aplaude en un evento formal en un edificio con columnas y decoración clásica.

Junts pel Sí se disolvió para dar lugar a una guerra fratricida entre ERC y Junts. Carles Puigdemont se enfrascó en la creación de un “gobierno legítimo en el exilio”, y basó su estrategia en la batalla judicial contra el Estado español. Oriol Junqueras, tras su paso por la cárcel, inició una estrategia de la distensión consistente en pactar con las izquierdas españolas (PSOE y Podemos).

Las entidades independentistas sufrieron un rápido proceso de descomposición que les llevó a subyugarse a los partidos (Òmnium a ERC, la ANC a Junts). Esto supuso el fin de la transversalidad del movimiento, que junto a la desmovilización fruto de la represión y la frustración, sentenció de muerte al independentismo. Así ha acabado la década procesista que empezó en septiembre de 2015, hace hoy justo 10 años.

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