
Angeleta (94 años) harta de la delincuencia en Cataluña:'Me da miedo salir a la calle'
La inseguridad afecta más a los vulnerables y a las clases populares
Angeleta tiene 94 años, vive en Roda de Ter (Osona) y se ha convertido en la voz de miles de personas mayores que sufren la inseguridad en silencio. Con la claridad que dan los años y sin filtro alguno, ha denunciado públicamente el clima de delincuencia que se ha instalado en su pueblo. “Cada noche entran a robar en casas, tiendas y bares. Incluso se llevan los tomates del huerto”, lamenta. “Me da miedo salir a la calle y lo más triste es que nadie hace nada”.
La denuncia ha tenido un gran eco porque no viene de una política ni de un medio de comunicación, sino de una mujer que ha sido ejemplo de vitalidad. Pero ahora esa energía convive con una creciente sensación de amenaza. Según relata, el vandalismo y los robos se han convertido en rutina, y lo peor es la impunidad.
Roda de Ter, un municipio marcado por la dejadez
Vecinos de Roda de Ter confirman lo que explica Angeleta. En los últimos meses, el aumento de robos y actos vandálicos ha encendido todas las alarmas. Algunos aseguran haber sufrido intentos de robo con ellos dentro de casa. Otros lamentan que el Ayuntamiento no haya tomado ninguna medida real para contener el deterioro. En las redes, son muchos los que reconocen que también viven con miedo. Y no solo por los hurtos, sino por la falta de respuestas.

La impotencia se extiende: se roban coches, se queman instalaciones municipales, y todo sucede sin que se vean consecuencias visibles para los responsables. Mientras tanto, los vecinos sienten que su pueblo se ha transformado en una zona sin ley. “Nos han dejado solos”, comentan algunos. El caso de Angeleta se ha convertido en el espejo de esa frustración, amplificada por su franqueza y su edad.
Un problema que ya afecta a toda Cataluña
Lo que ocurre en Roda de Ter no es una excepción. En ciudades como Badalona se han producido en los últimos días múltiples robos violentos contra personas mayores. Solo en una jornada se denunciaron tres asaltos en plena calle. Aunque las estadísticas oficiales muestran un descenso de algunos tipos de delitos, la percepción ciudadana es clara: la inseguridad está creciendo, sobre todo en las zonas más vulnerables.
Los ancianos, especialmente, se sienten desprotegidos. A menudo caminan solos, son blanco fácil para los delincuentes y, cuando denuncian, pocas veces ven soluciones. Desde hace tiempo, los criminólogos advierten que ciertas zonas se han convertido en “espacios de confort criminal”, donde los okupas, los traficantes y los multirreincidentes actúan sin temor.
Y así, mientras las instituciones intercambian culpas y competencias, muchos mayores como Angeleta se sienten abandonados. Su testimonio, directo y conmovedor, ha despertado la empatía de miles de ciudadanos que viven con el mismo miedo.
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