Rosalía vestida de blanco con tocado tipo monja posando con los ojos cerrados sobre un fondo rosa con detalles geométricos y un edificio difuminado.
OPINIÓN

Rosalía en Montserrat

El nuevo fenómeno musical de Rosalía reabre debates culturales y políticos en Cataluña, entre la religión, la lengua y la juventud

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Anda el mundillo cultural revuelto por el nuevo disco de Rosalía, que va camino de ser el acontecimiento musical del año. Atascos en Madrid, filtraciones falsas, actuaciones antológicas, catolicismo pop… y la escolanía de Montserrat metida en problemas por haber cantado en castellano acompañando a la diva.

Vayamos por partes. Por empezar con el revuelo del mundo indepe: no es cualquier cosa, es verdad, que la escolanía de Montserrat cante en castellano, constituye una especie de hito. ¿Es una debacle o un avance? Bueno, seguro que la escolanía ha cantado en italiano o en alemán o en latín mil veces. Es evidente que ni en los más húmedos sueños indepes el castellano va a ser erradicado de Cataluña.

Montaje de fotos de Rosalía con expresión seria a la izquierda y una estatua religiosa dorada a la derecha, que es la Virgen de Montserrat.

La defensa de la lengua catalana (defensa cada día más urgente) tiene que pasar por desligarla de militancias políticas concretas, si no quiere ser patrimonio solo de una parte minoritaria de la población. Es decir, necesitamos una situación en que la defensa de la lengua sea realmente transversal, donde el españolismo se haya librado de sus posturas inflexibles y el catalanismo deje de poner la causa de la lengua en manos de gente que cree en repúblicas imaginarias y el Ramadán como parte de la cultura catalana.

Por otra parte, el tema que rodea las nuevas aventuras de Rosalía es el auge del catolicismo entre los jóvenes, como parte del fenómeno que desconcierta al progresismo: la juventud cada día es más conservador, en lo político, en lo social, en lo cultural, también es religioso.

La izquierda culpa a los algoritmos por el ambiente “reaccionario” en las redes sociales, pero lo hacen porque no están dispuestos a aceptar la nueva lógica de la situación. Lo que penaliza hoy en día no es la corrupción, ni la incoherencia, ni la falta de rigor intelectual; lo que las redes castigan es lo que se llama, en el argot tuitero, “convertirse en meme”.

Rosalía con los ojos cerrados vestida de blanco y tocado, con labios dorados y fondo azul, acompañada de las letras 'Lux' en las esquinas.

Los jóvenes ya no tragan más feminismo de mujeres con pene ni más monsergas comunistas de los Bardem desde sus mansiones multimillonarias. Su futuro laboral y económico está siendo devorado por la inflación y del mismo modo su ambiente cultural está contaminado de inflación ideológica: igual que el BCE imprime billetes sin parar, los mass media llevan años produciendo ideologías absurdas, inundando el mercado de las ideas con mercancía tóxica.

Para la gente de mediana edad el espectáculo puede resultar divertido, pero a ellos les va la vida en ello y han decidido apostar por lo que lleva milenios funcionando: Dios, patria, familia, propiedad privada, trabajo honesto.

La izquierda, sobre todo, haría bien en tomar nota de que el experimento del laicismo ha fracasado; la derecha española y la catalana también deberían entender que la regeneración que necesitamos solo es política en segunda instancia: primero necesitamos un rearme espiritual. Llevamos años soportando venenos nihilistas inyectados en los cimientos de la convivencia. Pero cuando los mismos que protestan contra la Semana Santa se dedican a reivindicar como cosa progresista el Islam de los ayatollahs, de Hamás y Hizbullah, la saludable energía de la especie se activa y decreta el fin de la tontería. En esas estamos.

➡️ Opinión

Más noticias: