
La revuelta de Salt: bienvenidos a la nueva normalidad
El caso del imán okupa de Salt refleja muy bien todos los matices de la locura política que vivimos actualmente

Turbas musulmanas asaltando comisarías con el apoyo de la nauseabunda izquierda local; un imán pillado infraganti intentando okupar una vivienda; proclamas de la CUP acerca de que "quemar contenedores y tirar piedras a los Mossos" es una auténtica tradición catalana. Bienvenidos a la nueva normalidad en el paraíso antifascista de la Catalunya post procés.
Las fuerzas que impulsaron el engaño del 1 de Octubre se han dividido. La derecha Louis Vuitton de Junts x Cash, ocupada en no entrar en la cárcel, prioriza sus tareas felatorias respecto del PSOE de Ábalos y Begoña; ERC y la CUP ya están centrados a jornada completa en impulsar la islamización total de la población. Cuando no están felicitando el Ramadán, están reparando mezquitas o paseando diputadas con hiyab.
Spoiler: el remedio para la lucha contra la "islamofobia" (forma químicamente pura del sentido común) será subir impuestos, como ha sucedido con el cambio climático, los micromachismos o el animalismo. Qué sencillo es ser de izquierdas, basta con pedir más impuestos y romper mobiliario urbano a patadas. Así se soluciona todo.

El caso del imán de Salt es un precioso crisol de todos los matices de la locura política actual. La izquierda está literalmente protestando porque se impidió a un líder islámico okupar la vivienda de algún infortunado contribuyente. Atendiendo a los parámetros de su argumentación, podría concluirse que su modelo de sociedad consiste en barrios donde los ayatolás asaltan viviendas en nombre del profeta, mientras las fuerzas del orden combaten la transfobia con bailes en Tik Tok, los impuestos lo ahogan todo y Juliana Canet cobra sueldos astronómicos por difamar desde la Corpo a los jugadores del Barça. Una maravilla.
El problema es que el sistema electoral ya no puede aportar soluciones, puesto que en demasiados pueblos catalanes la sustitución demográfica es ya un hecho. El negocio de Open Arms no es el rescate de seres humanos, sino la importación masiva de votantes. Quien tenga dudas al respecto, que consulte los resultados de las últimas elecciones locales en UK. O que investigue cómo la administración Biden recolocaba a los inmigrantes ilegales en zonas electoralmente significativas, los llamados Swing States.
¿Entrevistará Juliana Canet, entre chiste y chiste, al imán okupa, para que pueda exponer, con la calma necesaria, su visión del feminismo y la inclusión? ¿Lo hará Ricard Ustrell, lo hará Jordi Basté? ¿Quizás los chicos de La Sotana? Quedamos a la espera.
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