Mapa de Europa del Este con una chincheta negra sobre Ucrania y un borde decorativo rosa
OPINIÓN

Nuevos tiempos, nueva política

Aquel que no esté preparado para el cambio, en lo intelectual y en lo espiritual, va a quedarse atrás sin remedio

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Las tres teorías políticas surgidas en el XIX tras las revoluciones burguesas, es decir, el marxismo, el nacionalismo y el liberalismo, surgieron para responder a problemas que ya no son los nuestros, para hacer habitables paisajes que ya no encontramos en nuestro camino. Estamos intentando arreglar trenes de levitación magnética con herramientas para catapultas, esta es la situación del debate político en Europa.

Aleksandr Dugin fue el primero en notar el desajuste de los nuevos tiempos. A cada teoría política correspondía la postulación de un sujeto: para el liberalismo, el sujeto político es el individuo racional, para el nacionalismo la nación, para el socialismo la clase. Dugin señaló que los poderes geopolíticos y financieros hace tiempo que operan en otros términos, sin contar con individuos racionales, naciones o clases. El problema viene cuando la ciudadanía sigue contemplando el mundo a través de esas lentes obsoletas. Los verdaderos poderes resultan invisibles y pueden moverse con total impunidad.

Hombre de barba y gafas con expresión seria

El cambio de paradigma comenzó con la World Wide Web y está desembocando en el triunfo acelerado del transhumanismo y el tecno feudalismo. Para los 'Grandes Señores Digitales' no existen ni el individuo racional, ni la clase, ni la nación. La oferta digital apela a nuestra adicción a la dopamina, no al raciocinio; para la supra economía digital no existen fronteras nacionales; respecto a las grandes fortunas planetarias, no existen clases, sino una enorme masa de tecno-siervos por debajo de las alturas estratosféricas de la élite del 1%.

Todo esto está pillando a los teóricos políticos con los pantalones bajados y el cubalibre en la mano. La fiesta se acabó y todavía no se han dado cuenta.

¿Cómo podemos, en el nuevo panorama, seguir defendiendo nuestra libertad y dignidad? Para empezar, cobrando conciencia de que nos encontramos ante una nueva coyuntura que requiero nuevas ideas y nuevas estrategias. Hay que soltar lastre ideológico: no sirve el eje izquierda / derecha, no sirve la apelación a las viejas estructuras del parlamentarismo, no sirven los mecanismos de decisión diseñados en la época del telégrafo.

A continuación, hay que entender el post capitalismo de la época cibernética, ya no basado en las distinciones clásicas entre trabajo y capital, o empresarios y asalariados. La revolución está en marcha y tiene lugar en los mercados monetarios alternativos: el dinero se está privatizando, socializando, saliendo de la esfera de control de los viejos estados que pactaron Bretton Woods. Cualquier persona equipada con un portátil y un acceso a internet tiene acceso a escenarios donde la interferencia de partidos, ministerios y burócratas es nula. Libertad auténtica, salvaje y llena de oportunidades.

Persona usando un teléfono móvil para buscar imágenes de Google mientras está sentada en una terraza con una mesa de madera y una cesta al lado.

¿Qué son los estados en esta nueva época? Empresas de servicios ineficientes, monstruosamente hipertrofiadas y en quiebra financiera. Maquinarias de control orwelliano invasivo, manicomios de burocracia, brutalidad impositiva y regulación exasperante. La tarea del probreso humano no es individual, sino comunitaria, pero debemos encontrar nuevas formas de trabajar en común, de vivir en común, de defendernos y avanzar en común. Y hay que hacerlo con una cierta rapidez, porque la vieja Babilonia está hundiéndose minuto a minuto.

Renovar mediante sufragio, cada cuatro años, una pequeña cámara de representantes: en la época de la IA y las comunidades blockchain todo eso suena a paleolítico. Las instituciones no se van a renovar, se limitarán a morir de pura inutilidad. Y quien no esté preparado para el cambio, en lo intelectual y en lo espiritual, va a quedarse atrás sin remedio. Parafraseando el lema de Waterloo: preparémonos.

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