¿Illa, cuándo despedirás a Peyu?
La banda de humoristas hispanófobos que llenan la programación de TV3 y Catalunya Ràdio sigue haciendo caja
La gran prueba que demuestra que nada ha cambiado con la llegada de Salvador Illa al poder es que la banda de humoristas hispanófobos que llenan la programación de TV3 y Catalunya Ràdio siguen con el 'caixa cobri' a costa del dinero de todos los catalanes. También los productores que les sirven de amparo, como Toni Soler – ya lleva cerca de 140 millones de euros facturados a la Generalitat -. La colla del 'puta España' – Peyu, Jair Domínguez y Joel Díaz y algunos más – demuestran que la llegada del PSC a la presidencia de la Generalitat es pura filfa, y que su 'humor' excluyente es el reflejo de que el 'procés' no ha acabado.
Cuando Salvador Illa dijo en su discurso navideño que los catalanes no debían dejarse "arrastrar" por los "discursos cargados de odio" no tiene ninguna credibilidad, porque ese "puta España" que continuamente defienden estos humoristas a sueldo de la Generalitat sigue infectando el alma de muchos catalanes. La última 'gracia' de Peyu, que roza el supremacismo, ha sido considerar a las "castellanas" como "exóticas" en un programa de 3cat – la plataforma interactiva de TV3 -. Se trata de Natura sàvia, un engendro 'cómico' que dirige Peyu y que nos cuesta más de 800.000 euros a todos los catalanes.
En este espacio, en una conversación con Albert Pla, Peyu defendió que "los catalanes no gritamos cuando hacemos el amor" y que una vez que se "enrolló con una chica" tuvo que "parar" por sus "gritos y aspavientos". Y añadió que "era castellana" y que se encamó con ella "porque era joven, había bebido y en Osona no había muchas castellanas. Lo encontré un poco exótico". Esta basura supremacista nos cuesta 827.000 euros al año, mientras Salvador Illa y toda su legión de altos cargos dedicados al mundo de la comunicación miran hacia otro lado. Ya puede darse el 'president' paseítos por todas las comunidades autónomas para venderles las bondades de su propuesta de concierto económico mientras sus humoristas a sueldo siguen insultando a todo lo que 'huela' a 'español'.
Si Salvador Illa quiere tener un mínimo de credibilidad no puede reunirse con el Rey Felipe VI cada dos por tres mientras desde los medios de comunicación de la Generalitat se expande el 'putaespañisme'. De la misma manera que cuando era líder de la oposición no le tembló el pulso para que despidieran a Manel Díaz del programa Zona Franca por asociar a los dirigentes del PSC con la esvástica nazi, el 'president' debe exigir un mínimo de respeto a los humoristas que pueblan la programación de TV3. No se trata del eterno debate sobre los límites del humor, no hablamos de una estampita con la foto de la vaquilla del Grand Prix, hablamos de personajes que han mostrado su hispanofobia día tras día. Eso sí que es un "discurso de odio". Y lo pagamos todos los catalanes. ¿Hasta cuándo? El discurso de superioridad (una "castellana exótica") que cierto nacionalismo destila es incompatible con la igualdad de derechos ante la ley propia de un sistema democrático. Esto no es humorismo, es algo mucho más siniestro.
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