
Drogas por el aula
La prevención de adicciones: cómo el entorno, la genética y la educación temprana pueden evitar futuros problemas graves
Cigarrillos, porros y alcohol son la primera puerta a las adicciones y estas a problemas mayores. La familia y el centro educativo deben dejar muy claro a los alumnos el riesgo que asumen al probar sustancias adictivas Probar drogas conlleva un riesgo que nadie sabe prever. Hay individuos que se enganchan más que otros. Existe, por tanto, una predisposición genética en ello. A los primeros les resulta imposible dejar la adicción sin ayuda médica, a los segundos les cuesta menos y puede que lo consigan sin terapia alguna, pero en ambos casos, siempre vivirán con la tentación de volver a probarla si les gustó. Por lo tanto, lo mejor es no probarlas, ya que a su edad el cerebro es muy tierno y de fácil adicción.
El asunto de las dependencias es algo que nos supera a todos, tanto a jóvenes como a mayores. Pero las adicciones afectan cada vez a más personas y, sobre todo, a personas más jóvenes. Somos el primer país de Europa en consumo de cocaína y cannabis, y se está entre los tres primeros en ingestión de alcohol. Si a un contexto neurológico joven se le suma una exposición reiterada a una sustancia, aparece fácilmente la adicción. Entorno y genética comparten responsabilidades conjuntamente. Por tanto, la mejor forma de evitar futuras adicciones es evitar el inicio del consumo, así de simple. Una vez el adolescente empieza el consumo, ya está en manos de su predisposición genética y cerebral.

Pero antes tantos no a las drogas, si puede provocar que los adolescentes hagan lo contrario y vayan a por ellas. Quizás algo a proponer en alguna ocasión, es que sí, que prueben las drogas, pero que lo hagan cuando su disposición genética esté bajo el autocontrol mental, es decir, a los 60 años. Y mientras, que no devengan educadores permisivos ni fumadores de marihuana ante los menores. Eso anima a hacer lo mismo y caer en adiciones irreversibles.
Pero lo más eficaz no es rallar a los alumnos con tanta perorata y sí trabajar las adicciones desde pequeño, el más vale prevenir que curar. En este sentido, y en primero de la ESO, se puede organizar el siguiente taller sobre drogas. En medio de la clase se pone una bandeja llena de chicles y se les habla a los chavales sobre las adicciones, que estas consisten en dar rienda suelta a un mal deseo, el no saber decir que no. Después se les puede ofrecer una goma de mascar que los zagales ávidamente toman y consumen. De repente cabe mirarlos sorprendido y añadir que han caído, que en clase no se pueden comer chicles y que no han sabido decir que no a un deseo. Con las drogas pasa lo mismo.
Más noticias: