Montaje de fotos de primer plano de Elon Musk con el fondo rosa y unos emojis de interrogantes al lado.
OPINIÓN

¿Dónde está nuestro Elon Musk?

La deuda crece sin control, la inflación arrasa con la clase media y nuestros impuestos financian causas ajenas mientras aquí todo se desmorona

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Como que la población votante, por lo general, no entiende de economía (de eso se han ocupado el sistema educativo y los medios generalistas, en admirable coordinación), no es capaz de ver la relación entre gasto público desenfrenado y la inflación que devora el poder adquisitivo de las clases medias.

En 2023, la recaudación fiscal apenas supuso un 30% de los ingresos del Estado, el resto provino de la emisión de deuda. Por favor, querido lector, lea la frase anterior todas las veces que sea necesario, hasta que la sangre le empiece a hervir. ¿Para qué pagamos impuestos? Desde luego, para sufragar los gastos del Estado no, porque las continuas emisiones de deuda se encargan de la mayor parte de la carga.

Plano medio corto de Pedro Sánchez sentado en su escaño en el Congreso de los Diputados y mirando hacia arriba

Esa monserga socialdemócrata de que los impuestos “mantienen el Estado del Bienestar” es la mayor mentira de la política contemporánea. ¿Quién respalda esas emisiones de deuda? El Banco Central Europeo, matriz local del sistema bancario de reserva fraccionaria creado por Satanás en persona en 1913 con la Federal Reserve Act, que convierte en prácticamente automática la expansión de la masa monetaria, lo que devalúa la moneda a ritmo de vértigo, lo que se traduce en inflación, lo que se traduce en miseria.

Baste el siguiente dato: un dólar de plata de curso legal (acuñado antes de 1921) vale hoy 49 dólares. Querido lector, lea la frase anterior hasta que le vengan ganas de comprarse una motosierra. Un dólar de los de verdad vale hoy (en dólares de mentira) 49 veces su valor teórico.

Claro, los defensores del gasto público enloquecido, que integran el 99% de los parlamentos europeos, afirman que sirve para “corregir desigualdades”, “sostener servicios” y demás idioteces. ¿Qué hay de verdad en ello? Vayamos a la realidad.

El Departamento de Acción Exterior de la Generalitat, chiringuito babilónico, dotado de un presupuesto de 102 millones el pasado año, se ha dedicado a subvencionar proyectos como los siguientes:

  • “Empoderadas y resilientes. Construyendo comunidades inclusivas en Palestina” (500k).
  • “Cuerpos, sexualidades y territorios libres de violencias patriarcales en Guatemala” (500k).
  • “Protección, autocura e incidencia para las defensoras y los defensores del movimiento de comunidades por el agua Q'ana Ch'och frente la expansión del agronegocio de la palma aceitera en Guatemala” (300k).
  • “Mejora de los servicios de prevención, detección y atención de las violencias machistas digitales en Marruecos” (300k).
  • “Defensa de los derechos humanos, el territorio y la biodiversidad en la Zona de la Reserva Campesina del Valle del Río Cimitarra, Colombia” (300k).
  • “Mujeres empoderadas, organizadas y fortalecidas, rompen barreras de género y ejercen su derecho a una vida libre de violencia en Mozambique” (500k).

No hay por qué extenderse en este listado de horrores, en E-Notícies el lector podrá encontrar cobertura suficiente del tema.

Salvador Illa sentado en su escaño del Parlament

El caso es que si es fascista cortar de raíz estos gastos y, a ser posible, encarcelar a los que dieron por buena esta manera de funcionar, necesitamos fascismo ya, en enormes dosis. Si Elon Musk y su departamento DOGE son la Malvada Ultraderecha, cuanto más nos gobierne esta forma de maldad, mejor.

¿Cómo puede resultar aceptable que unos políticos que son incapaces de limpiar Barcelona de carteristas vayan a arreglar la situación en Mozambique, en el Tibet, en la fosa de las Marianas? Quizás podría plantearse la cuestión de otro modo, con un simple reglamento administrativo: quien destine dinero de los contribuyentes a las comunidades campesinas del Río Cimitarra, estará obligado a instalarse con dichas comunidades indígenas y a no mover su culo miserable de allí durante veinte años. Comiendo frijoles y durmiendo en una estera en medio de la furia de todo tipo de culebras y escorpiones. Por supuesto, estaría también obligado a donar el 100% de su sueldo a los indígenas, ya que la causa es tan justa y necesaria. ¿Montamos una Iniciativa Legislativa Popular?

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