
Los Comuns proponen dos casas por persona
Mientras la razón se extingue, los Comuns siguen convencidos de que limitar la libertad es una forma superior de justicia social

¿Por qué existen los Comuns? En el sentido freudiano, las instituciones son formas de gestión del “malestar en la cultura”, válvulas de escape, fenómenos civiles que reproducen a gran escala la dinámica psíquica de represión, sublimación y alivio. No es que ahora queramos abrazar el sistema de Freud, pero es evidente que la decadencia intelectual y moral de la vida catalana ha producido grandes embalses de idiotez que han de ser aliviados de alguna manera.
No hay aquí crítica: lo justo es agradecer el esfuerzo realizado a los colauers para unificar y gestionar esas reservas de estupidez colectiva, que de otro modo todo lo inundarían. Una persona prudente, hoy en día, sabe que para poder vivir de manera feliz y decente, basta con mantener una higiénica distancia respecto de los Comuns y de cualquier cosa que los Comuns hayan tocado.

Ahora, acabadas las juergas palestinas, vuelven con el tema de la vivienda: se está debatiendo estos días en el Parlament su propuesta de que nadie pueda tener más de dos casas. Es decir, acabar de rematar la guerra a la propiedad privada, comenzada con su apoyo institucional a la ocupación.
En el mundo de los Comuns, uno puede comprarse una casa, sí, pero luego si la vende está “especulando” (si la vende a un precio mayor, claro está, porque ellos deben de vender sus pisos con el 30% de rebaja cuando se van a otra ciudad); en el mundo de los Comuns, uno tiene que asistir con solidario estoicismo al hecho de que la vivienda propia sea okupada por bandas de indeseables protegidos de manera escrupulosa por las fuerzas del orden; en el mundo de los Comuns, si uno ya tiene dos viviendas, se le ha de impedir tener una sola más, con la idea de acabar con el lucro desmedido de grandes tenedores como Irene Montero o Eulalia Reguant.
El problema aquí es que la propiedad privada no es una institución civil entre otras, sino el fundamento de una manera de entender la convivencia. Si yo he pagado por una guitarra, o un coche, o una vivienda, tú no tienes derecho a disponer de ella sin mi permiso. De hecho, no tienes derecho alguno sobre esos bienes, salvo los que yo quiera conceder.

Lo bonito del tema es que el experimento que los Comuns proponen, es decir, el dar margen legal al Estado para limitar esos derechos, ya se ha realizado. Comenzó en Rusia en 1917 y después de millones de muertos y generaciones enteras entregadas a la miseria y el terror político, solo sobrevive en Corea del Norte y Cuba, quizás de forma terminal en Venezuela. Pero ellos qué sabrán. Como que cobran sueldos de seis cifras por pasar el día perdiendo el tiempo o proponiendo idioteces, han llegado a creer que el Estado es una especie de hada madrina que cuida de todos con generosidad babilónica. Sus políticas de tope al alquiler solo han encarecido el alquiler y disminuido la oferta: esto ha sucedido delante de sus narices y ni siquiera lo han notado.
En cualquier caso, Napoleón decía que cuando el enemigo se equivoca, lo primero es no distraerle. De modo que enhorabuena Comuns, seguid así por muchos años, hasta la extinción final.
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