Una joven de cabello corto, que es Greta Thunberg, mira hacia un lado en primer plano, mientras al fondo se observa a un ciclista en competencia y personas con banderas de Palestina, todo sobre un fondo rosa con detalles gráficos.
OPINIÓN

Ciclismo y flotillas

Pedro Sánchez sanciona a Israel mientras la izquierda navega entre kalimotxo, vómitos y contradicciones

Imagen del Blog de Octavio Cortés

En el momento de escribir estas líneas, lo que queda de Pedro Sánchez (que no es mucho) acaba de anunciar un embargo de armas a Israel y algunas sanciones diplomáticas para intentar parar “el genocidio de un pueblo indefenso”. No se sabe si Sánchez padece problemas graves de salud, pero su aspecto recuerda a una raspa de sardina manchada de alquitrán. De hecho, ha dejado de sonreír, porque cuando lo hace parece que está anunciando las ofertas de verano del Motel Bates. En cualquier caso, hasta al final va a abrazarse a la causa Palestina, que es la del islamismo asesino.

Lo bueno del palestinismo es que pone a la luz las vergüenzas de cada uno. En nombre de Palestina hemos escuchado a Arnaldo Otegi hablar en contra del asesinato de niños (macabra ironía), a Antonio Baños proponer una “persecución civil” contra Pilar Rahola y a las fuerzas progresistas lanzarse a actividades tan ejemplares como vandalizar el cementerio judío de Vitoria con pintadas de “Hamás mátalos”.

Primer plano del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, clausura el acto 'España, vanguardia de la industria verde' en la sede del ICEX, a 8 de septiembre de 2025, en Madrid.

Todo esto sucede mientras hemos sabido que en Afganistán, después del terremoto de la semana pasada, las fuerzas de rescate dejaban morir a las mujeres bajo los escombros para no tener que tocarlas. Sobre este pequeño detalle, tan pintoresco y encantador, ninguna de las fuerzas izquierdistas ha tenido tiempo para opinar. Tampoco sobre el hecho de que todos los países árabes hayan exigido a Hamás la entrega de los rehenes y las armas y la rendición incondicional.

El progresismo está ahora ocupado en dos frentes: tirar ciclistas al suelo y animar a la Flotilla Pescanova. El tema de la Vuelta a España es uno de los clásicos ejemplos de una de las tradiciones intelectuales más cómicas de la izquierda: los nexos causales imaginarios. Los mismos que creen que subiendo los impuestos se enfría el planeta, creen también que tirando ciclistas al suelo se deciden las guerras.

La imagen está siendo esperpéntica. Un representante de Podemos llegó a decir que Netanyahu “usa el ciclismo para blanquear al genocidio”, lo que supone pensar que el Mossad tienen en marcha una psy-op planetaria consistente en llenar el mundo de judíos en bicicleta, con el fin de disimular su maldad asesina.

Mientras tanto, la flotilla cannábica sigue su viaje de fin de curso, después de agotar en Menorca las reservas de caldereta de langosta. Una de las tripulantes, una criatura hecha de bótox llamada Hanan Alcalde, se está haciendo famosa con sus vídeos diarios. En uno de los últimos, explicaba que las circunstancias a bordo son extremadamente difíciles, dado que “el barco se mueve”. También explicaba que estaban vomitando todo el rato.

La Global Sumud Flotilla vuelve a partir desde el Puerto de Barcelona, a 1 de septiembre de 20256, en Barcelona (España).

Por otra parte, hemos sabido que Greta ha perdido su famoso gorro verde en forma de rana. Qué sería de la causa de la libertad sin estos reels de Instagram. La concejala del Ayuntamiento de Palma, la podemita Lucía Muñoz, también graba videos a todas horas, que sirven para confirmar que su dejación de funciones (los ciudadanos le pagan para velar por la ciudad de Palma, no para pasearse en barco harta de kalimotxo) es una auténtica bendición para los mallorquines. Ojalá se quede muchos años por Oriente Medio, viajando en barco, en tren, en ala delta, lo que sea.

En uno de los últimos vídeos de la flotilla se les veía estudiando un mapa del mediterráneo, maravillándose de que Túnez estuviera al sur e Italia estuviera al norte. En otro se nos presentaba como cosa heroica a Ada Colau preparando el desayuno. El nivel de imbecilidad y ridículo es algo nunca visto. Estamos a un paso de que se nos pida no escuchar a Bob Dylan o a Paul Simon, no ver películas de Spielberg o de Woody Allen, no leer a Zweig o Hannah Arendt, no estudiar a Einstein o a Niels Bohr. Todo llegará.

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