
La ciudad que, según Tomàs Molina, conserva alma de pueblo: a 15 minutos de Barcelona
Se trata de la ciudad donde nació y creció el meteorólogo, un lugar con ambiente marinero que mantiene su autenticidad
Tomàs Molina lleva décadas en televisión explicando el tiempo en Cataluña. Con un estilo cercano y didáctico, se ha convertido en un referente en los hogares. Pero su vínculo más fuerte no está en los platós, sino en la ciudad que lo vio nacer.
Con más de tres décadas en TV3, Molina se ha ganado fama de divulgador incansable. Es físico de formación y especialista en meteorología, además de haber ocupado cargos destacados en asociaciones profesionales del sector. Ha publicado libros, participado en conferencias y en 2024 incluso dio el salto a la política europea como candidato, siempre con el mismo tono cercano que lo caracteriza.

A solo unos minutos de Barcelona, existe un lugar que ha crecido mucho sin perder su identidad. Una ciudad grande que todavía respira como barrio. Y es allí donde Molina dice que nunca se ha caído en el artificio ni en el plástico.
Badalona, ciudad con raíces
Ese lugar es Badalona. Badalona es la tercera ciudad más poblada de Cataluña, con más de 200.000 habitantes. Pese a su tamaño, conserva un aire local que la diferencia de su vecina Barcelona: es un municipio que ha sabido crecer sin perder la sensación de comunidad.
Su historia se remonta a la época romana. Allí se fundó Baetulo, una de las colonias más importantes del litoral. Hoy el Museu de Badalona conserva mosaicos, termas y objetos que explican la vida en esa ciudad antigua.

En la Edad Media el monasterio de Sant Jeroni de la Murtra ganó protagonismo. Años después, la industrialización marcó otro capítulo, visible todavía en edificios modernistas y en fábricas emblemáticas como la de Anís del Mono.

Qué ver y hacer en Badalona
Un paseo por la calle del Mar y la rambla permite entender la esencia de la ciudad. Son espacios llenos de vida, con comercios tradicionales y el ambiente de un barrio que no se ha dejado uniformar. Allí la vida social sigue el mismo ritmo de siempre.
El Pont del Petroli se ha convertido en uno de los símbolos actuales. Originalmente era un muelle para descargar petróleo, pero hoy es un mirador abierto al mar. Muy cerca, la escultura del Mono recuerda la huella del modernismo industrial.

El parque de Can Solei i Ca l’Arnús es el gran pulmón verde. Once hectáreas de jardines históricos, lagos y zonas para pasear lo convierten en un lugar muy querido por los vecinos. En el centro destacan también la Plaza de la Vila y la iglesia de Santa María, puntos de encuentro ciudadano.

Las fiestas de Mayo son otro sello local. Terminan con la Crema del Dimoni en la playa, una tradición popular que reúne a miles de personas. Entre fuego y música, Badalona celebra cada año que sigue siendo un pueblo con alma.

El rincón de Tomàs Molina
Para el meteorólogo, el rincón más especial está en el paseo marítimo. Allí encuentra el mar abierto y la memoria de lo que fue una zona industrial recuperada para la gente. Lo describe como “una maravilla”, un lugar que le recuerda a Miami Beach.
Molina insiste en que lo importante no es la modernización, sino conservar la autenticidad. Afirma que Badalona “no se ha convertido en una ciudad de plástico, ni se ha uniformado”. Prefiere ver cómo sus calles y plazas siguen vivas, como lo han estado siempre.
Ese equilibrio entre lo nuevo y lo de siempre es lo que más valora. Para él, Badalona mantiene la capacidad de ser ciudad sin dejar de sentirse pueblo. Y su paseo junto al mar es solo el reflejo de esa identidad duradera.
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