Montaje de Oriol Junqueras y Salvador Illa en el Parlament
POLÍTICA

Ni en tren ni en coche: el caos de la movilidad destapa las vergüenzas del procesismo

Las clases medias y trabajadoras pagan las consecuencias del fracaso político en Cataluña

Esta semana hemos asistido a un nuevo caos en el servicio de trenes de Cercanías en Cataluña. ERC y el PSC pactaron un traspaso que propició la amenaza de huelga de trabajadores de Renfe y Adif. Esto ha provocado otra jornada de retrasos y trenes cancelados, que empieza a ser la normalidad de un servicio más propio de países tercermundista.

Un hombre con gafas y traje está de pie frente a un tren naranja con la letra

Pero este no es el único problema de movilidad. La liberación de los peajes de la autopista AP-7, la más concurrida de toda Cataluña, ha incrementado la siniestralidad. Aunque tiene una capacidad de 5.200 vehículos por hora, llega a absorber más de 7.000.

Para evitar los atascos y los accidentes, el Govern de la Generalitat ha pensado en limitar la velocidad a 60 km/h en algunos tramos. Forma parte de un paquete de medidas que incluye la velocidad variable en 150 kilómetros, más radares y el uso de la inteligencia artificial. En lugar de mejorar las infraestructuras, deciden reducir la velocidad hasta límites impensables para un viaje normal en autopista.

Autopista del Mediterrani

El resultado es que los pasajeros necesitarán mucho más tiempo para llegar a su destino. En la Cataluña procesista, las clases medias y los trabajadores no pueden moverse con normalidad ni en coche ni en tren. Es la consecuencia de las decisiones tomadas por una clase política cada vez más alejada del día a día de los ciudadanos.

Más impuestos, menos calidad de los servicios

El caos de los trenes y la tragedia de las autopistas en Cataluña deja a los ciudadanos sin alternativa para moverse con seguridad. Mientras los políticos se echan la culpa unos a otros, las clases medias y trabajadores pagan los platos rotos de sus decisiones. Esto contradice el principal relato tanto de PSC como de ERC.

Oriol Junqueras lleva meses diciendo que quiere convertir ERC en el partido de la clase trabajadora y las políticas sociales. Después de años gobernando, y ahora como socios del Govern, no han sido capaces de garantizar ni siquiera que los trabajadores lleguen a tiempo a su trabajo. 

El PSC arrancó la legislatura con las políticas sociales como uno de sus ejes principales. Pero el caos en la red ferroviaria supone un perjuicio en uno de los servicios básicos de la ciudadanía, que es el de la movilidad. 

Tanto PSC como ERC son además contrarios a bajar impuestos y siguen sometiendo a los catalanes a un infierno fiscal. Los ciudadanos catalanes pagan más impuestos que en cualquier otra comunidad española, y tienen los peores servicios. Los partidos procesistas siguen dando la culpa a España, pero ahora ya no tienen excusa.

Fracaso político en Cataluña

El fracaso político de la última década en Cataluña se ha reflejado en el empeoramiento de los servicios y la calidad de vida. Una vez consumado el descarrilamiento del Procés, los partidos procesistas rivalizan para capitalizar las soluciones a estos problemas. ERC con Rodalies, por ejemplo, y Junts con la inmigración.

Dos hombres discuten en primer plano con un rostro desenfocado de fondo.

Pero estos partidos suelen llegar a acuerdos con el Gobierno central que luego no se cumplen o no se pueden materializar. Forma parte de la praxis política de estos partidos, acostumbrados a gobernar desde la gesticulación permanente. Esto lleva luego a fiascos como el de los trenes.

Otra de las características del poder en Cataluña es la distancia de los políticos respecto de la ciudadanía. Lo cual lleva a decisiones como la limitación de velocidad en la AP-7. Decisiones como esta hacen cada vez más difícil vivir en Cataluña sino perteneces a la élite gobernante.   

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