El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante la sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 21 de febrero de 2024, en Madrid
POLÍTICA

El modelo de pensiones es insostenible: los datos que (casi) nadie se atreve a contar

Paradójicamente, el Estado se ha convertido en la mayor fuente de desigualdad: en este caso, intergeneracional

Que la Seguridad Social es un sistema insostenible es ya un debate mainstream. Asunto distinto es que ni políticos ni medios de comunicación subvencionados traten el problema de manera directa. Por el contrario, simplemente se ceba una gran maquinaria de desigualdad intergeneracional.

Jon González, analista fiscal muy activo en redes, y una de las figuras más conocidas en este ámbito, acaba de resumir el problema en un provechoso hilo de X. Las cotizaciones, insiste González, solo cubren siete de cada diez euros de las pensiones contributivas. El resto llega del Tesoro o de nueva deuda:

Esto es algo que se venía alertando desde toda clase de instancias económicas y sociales. Y que la Seguridad Social dependa de traspasos del Estado constituye una pura ficción contable a gran escala. Sería algo así como que el bolsillo derecho del pantalón le deba dinero al bolsillo izquierdo. Los datos hablan por sí solos.

Mujer de cabello corto y oscuro hablando mientras gesticula con la mano.

Pensiones muy generosas

De entrada, España paga la pensión inicial media más alta de la OCDE en relación con el último salario. Concretamente, un 80 % frente al 56 % de la media de la OCDE. Es decir, se trata de un sistema que ha perdido cualquier verosimilitud financiera entre las aportaciones y las prestaciones. La razón básica de esto es doble: i) la presión demográfica, y ii) la indexación de las pensiones al IPC.

La traducción contable de esta situación son las famosas “transferencias del Estado”. Hasta mayo, la Seguridad Social había recibido 15.452 millones en transferencias para cuadrar sus cuentas, un 31 % más que en 2024. El Gobierno prevé aportar más de 62.000 millones en todo 2025, el doble que el año anterior y casi dos veces el presupuesto anual del Ministerio de Educación. Sin esas inyecciones, el sistema arrastraría ya un déficit de 12.698 millones.

Y que el sistema está divorciado de sus ingresos naturales (cotizaciones) es también de una evidencia sangrante. Los ingresos por cuotas subieron un 7,1 % interanual y alcanzaron 72. 687 millones hasta mayo. Aun así solo cubren alrededor del 70 % del gasto en pensiones, como señala González. A todo esto, cada nómina revalorizada con el IPC agranda la brecha.

Mayores cada vez más acomodados

Como es natural, esto se traduce en enormes brechas de desigualdad intergeneracional. Entre 2003 y 2023, por ejemplo, la renta real de los mayores de 65 años creció un 22 %; la de los menores de 35, en cambio, cayó un 12 %, según Eurostat. De esta manera, la tasa de pobreza sénior es hoy la más baja de todas las cohortes de edad.

Por otra parte, esta sobreponderancia fiscal de las pensiones se produce en detrimento de otras prestaciones sociales. Los más de 50. 000 millones que cada año se desvían a pensiones equivalen a lo que el Estado gasta en investigación, vivienda y justicia juntos. Estamos hablando de que el Estado no es que sea un elemento de distribución de riqueza, sino que es un elemento de distribución de desigualdad.

Personas manifestándose bajo la lluvia con pancartas que expresan descontento por la situación de los trabajadores autónomos

¿Salida?

A nadie se le escapa que las pensiones están secuestradas por una convergencia de intereses demográficos y partitocráticos. Esto es clave para entender qué posibles salidas tiene el problema. Más en particular, muestra que desde el poder público es prácticamente inviable encontrar una solución por intereses electorales.

Por un lado, el recorte del gasto en otras partidas no tiene recorrido porque ya es mínimo. Por otro lado, el aumento de los ingresos vía impuestos tampoco porque la presión fiscal ya se ceba con los contribuyentes. De este modo, solo se espera más endeudamiento público, que a la postre se traduce en la inflación persistente en la que vivimos.

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