Carles Puigdemont en una conferencia con una bandera catalana de fondo.
POLÍTICA

Junts 2.0, el enésimo experimento fallido de Carles Puigdemont

Las últimas bajas demuestran que su intento de reunificar el partido en el último congreso no ha funcionado

La dimisión colectiva de un grupo de militantes de Junts ha evidenciado la garve crisis interna que atraviesa el partido de Carles Puigdemont. Anuncian que se van por la falta de transparencia y de democracia interna de la organización. Acusan a la dirección de apartar a quienes critican su estrategia de pactos con el PSOE, para seguir colocando a sus afines y asegurarse de que nada cambia.

El comunicado de JuntsxJunts es duro y marca un punto de inflexión en el declive que hace tiempo que sufren Puigdemont y su proyecto.

Pero no sorprende. Es la misma denuncia que llevan tiempo haciendo corrientes internas del partido, y que ya salpicaron a Puigdemont en el Consell de la República durante sus negociaciones con el PSOE.

Dos hombres con expresión seria, uno en primer plano con gafas y el otro desenfocado al fondo.

Fue en agosto de 2023, en plenas negociaciones por la investidura de Pedro Sánchez, cuando Puigdemont propuso suprimir el órgano legislativo del Consell. Aunque adujo razones orgánicas, era claramente un intento de evitar las críticas internas y allanar el camino para pactar con los socialistas. Los miembros de la entidad acusaron a Carles Puigdemont y Toni Comín de haber perpetrado un golpe autoritario. 

Salvando las distancias, Puigdemont maniobró también para hacerse con el control absoluto de Junts en el Congreso de Calella, el pasado mes de octubre. Solo se presentó una lista, la suya, y se retorcieron todos los mecanismos internos para impedir cualquier atisbo de disidencia. Sin ir más lejos, la corriente izquierdista y otras secciones locales denunciaron presiones e irregularidades del núcleo puigdemontista.

La ficción del congreso de Calella

La escisión impulsada ahora por afiliados de base supone un serio desafío para Puigdemont y su intento de reunificar el movimiento independentista bajo su liderazgo.

El congreso de octubre tenía que ser la piedra fundacional de este nuevo proyecto, pero podría acabar siendo el catalizador de su declive. Se está demostrando que no fue más que un intento de cerrar en falso la crisis interna, imponiendo la unidad al mismo tiempo que se mantenía una diversidad de corrientes ficticia.

Un hombre de traje y corbata habla en un podio con un fondo que tiene el logotipo de

Pero los firmantes del comunicado señalan también la incompatibilidad del actual proyecto de Junts con las aspiraciones independentistas de sus bases. Pese a que la cúpula, con Puigdemont al frente, sigue apelando al espíritu del 1-O, sus propias bases ya no les creen. Y la escisión materializada ahora amenaza con aumentar la sangría de bajas y de fugas hacia Aliança Catalana.

La sensación es que la estrategia de pactos en Madrid puede acabar arrastrando a Junts por los mismos derroteros que ERC. Lo cual beneficiaría claramente a Sílvia Orriols, cuyo crecimiento se nutre precisamente del fracaso procesista y la frustración que deja tras de sí.

En todo caso, este último contratiempo apuntala enésimo fracaso de Puigdemont, que no levanta cabeza desde la proclamación fallida de la independencia el 27 de octubre de 2017.

Experimentos fallidos de recuperar el poder

El primer experimento fallido de Carles Puigdemont fue precisamente el del 1-O. Si el Procés había sido un intento de la élite convergente de recuperar su poder tras la crisis social de 2008-2012, el 1-O tenía que ser la culminación de aquel proceso. Tras dar Artur Mas un paso al lado, Puigdemont parecía el líder mesiánico ideal para conducir a las masas a la materialización del sueño de la libertad nacional.

La suspensión de la independencia evidenció que todo había sido una gran estafa, y abrió una nueva etapa de rivalidad entre la élite procesista. La unión de ERC y Junts bajo el liderazgo de Puigdemont saltó por los aires. Los líderes procesistas, Puigdemont incluido, mantuvieron durante un cierto tiempo su prestigio gracias a la épica del exilio y la cárcel.

Pero Carles Puigdemont había perdido la unidad, y tras los pactos de ERC con el PSOE trató de resarcirse como presidente legítimo del 1-O. El segundo experimento fallido fue el Consell de la República, con el que trató de reagrupar a los desahuciados de ERC. La crisis de entidades como la ANC y el golpe perpetrado por Puigdemont y Comín aceleraron la avalancha de bajas del Consell. 

La crisis electoral de Junts y el fracaso del Consell le llevaron a idear un nuevo experimento. Reconvertir el partido en un gran movimiento que agrupara a todo el independentismo bajo su liderazgo.

La primera prueba de fuego fueron las elecciones catalanas de mayo de 2024, en las que Junts concurrió con la marca Puigdemont x Catalunya. 

Junts 2.0 tampoco funciona

Tras perder el mano a mano contra Salvador Illa, aceleró el congreso nacional para culminar la reunificación del partido y relanzar su proyecto. Vendieron el congreso como el inicio de un nuevo movimiento que tenía que agrupar todas las sensibilidades del independentismo. En realidad fue una maniobra de Carles Puigdemont y sus afines para acabar con las corrientes internas que habían debilitado el partido.

Aurora Madaula y Laura Borràs, una con abrigo gris y bufanda y la otra con abrigo blanco, están en un evento al aire libre con más personas y banderas de fondo.

En aquel congreso se apartó a los borrasistas pero se mantuvo la presencia de corrientes como la izquierdista, para dar una ficción de transversalidad.

En realidad, la decisiones las sigue tomando Carles Puigdemont, que no obstante cada vez tiene más detractores internos. Algunos porque piensan que está sacrificando el espíritu del 1-O, otros porque creen que su estrategia errática lleva el espacio hacia el desastre.

La ruptura anunciada ahora por un grupo de militantes señala el fracaso de Junts 2.0, el enésimo intento de Puigdemont para hacerse con el control absoluto del independentismo. Seguir sosteniendo a Pedro Sánchez le permitirá mantener sillones y prebendas en Madrid. Pero las consecuencias en Cataluña pueden acabar siendo terribles y ya se están empezando a notar.

➡️ Política

Más noticias: