
ERC reacciona a la encuesta de La Vanguardia y recibe un rapapolvo muy significativo
Los republicanos se enfrentan al colapso por partida doble: el procesismo se hunde y también la izquierda
La última encuesta de La Vanguardia ha sacudido los cimientos de la política catalana. El sondeo de Ipsos confirma que la izquierda ya no suma y que fuerzas como Aliança Catalana y Vox emergen con una fuerza inesperada. La suma de PSC, ERC, Comuns y CUP se quedaría en 66 diputados, insuficientes para alcanzar la mayoría absoluta.
El ascenso de las nuevas formaciones ha dejado en evidencia a los viejos partidos del independentismo. ERC y Junts, que durante años dominaron el Parlament, se hunden en paralelo en la horquilla de los veinte diputados. Muy lejos de los resultados de la etapa del procés. Mientras tanto, Aliança Catalana alcanzaría 19 escaños y Vox subiría hasta los 16, sumando juntos 35 diputados.
El mapa político se complica todavía más por la incompatibilidad de proyectos. Junts y AC podrían sumar 40 diputados, pero uno representa el pragmatismo negociador con el PSOE y el otro el unilateralismo más duro. La encuesta refleja así que el cordón sanitario ha fracasado y que las viejas recetas no sirven para frenar el nuevo ciclo político.

Y ERC con la misma música
En este contexto, la reacción de ERC ha resultado llamativa. Isaac Albert, figura clave de la comunicación de ERC, publicó en redes sociales un mensaje plagado de lugares comunes. Habló de “aumentar la ambición nacional”, de gobernar infraestructuras como el aeropuerto y Rodalies, y de conseguir un “financiamiento justo”. También apeló a un nuevo modelo económico y territorial para “generar oportunidades en todo el país”.
Sin embargo, lejos de reforzar la imagen del partido, el mensaje ha provocado una oleada de críticas. En los comentarios, muchos usuarios acusaron a ERC de vivir desconectada de la realidad. “ERC no propone nada; bueno, sí, más autonomismo”, decía uno. Otros ironizaban: “La hora de los chistes ya ha pasado”. Más de un usuario resumía el sentir general con frases como “Esquerra nos ha vendido” o “Quien os vota ya no lo hace con ilusión, sino con resignación”.
El contraste es evidente. Mientras la encuesta refleja un cambio profundo en el tablero político, ERC se aferra a un discurso que suena repetido y vacío. La incapacidad de asumir que el procés ha dado paso a otra etapa más fragmentada y con nuevas fuerzas en ascenso, convierte su reacción en un ejemplo de negación de la realidad.
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