12 muertos y 276 heridos, el rastro del yihadismo en Europa los últimos dos meses

El repunte del islamismo radical se ha convertido en el principal problema de la seguridad en Europa. En los últimos años ha habido un lento pero constante proceso de radicalización, que se aceleró en otoño de 2023 con el estallido del conflicto en Gaza. La cadena de atentados de las últimas semanas es un toque de alerta que ha obligado a los estados a reforzar su seguridad.

La gravedad de la situación contrasta con ciertos altavoces que niegan que haya un repunte del terrorismo islamista. Hemos asistido también a un intento de los medios de comunicación de ocultar o enmascarar los últimos atentados yihadistas.

Algunos medios en Cataluña han llegado a afirmar que el principal problema son la violencia de la extrema derecha, y no el islamismo radical. Pero las cifras no mienten. En dos meses el islamismo radical ha perpetrado al menos seis atentados, cinco de ellos mortales, con el escalofriante resultado de 12 muertos y 276 heridos.

Alemania ha sido el país más castigado por el terrorismo yihadista, aunque también ha habido ataques en Austria y en Francia. En España se han multiplicado las operaciones antiterroristas de la policía. La mayoría de ellas en Cataluña, cuna del salafismo y el islamismo radical.

Una auténtica sangría en Alemania

El 20 de diciembre de 2024, un refugiado sirio cometió un atropello masivo en un mercado navideño en Magdeburgo, Alemania. En vísperas de elecciones en el país, los medios optaron por fabricar una historia cuanto menos curiosa. Adujeron que era un simpatizante de la extrema derecha, y que estaba descontento con la política migratoria del gobierno.

La realidad es que el autor había planeado el atentado, y había elegido precisamente un lugar con alto valor simbólico para los alemanes. El atentado se saldó con 230 heridos, y seis personas fallecidas.

Un mes después, el islamismo volvió a desatar el terror en Alemania. Un solicitante de asilo afganés asesinó a un niño de dos años y a un hombre que quiso socorrer al menor. Ocurrió el 22 de enero en la ciudad de Aschaffenburg, y las autoridades internaron nuevamente enmascararlo aduciendo problemas psiquiátricos.

Otro atropello masivo desató el caos en Muncih el 13 de febrero. El autor fue nuevamente un afgano al que el gobierno le había denegado el asilo y que estaba pendiente de expulsión. El atentado dejó tres fallecidos y 37 heridos, muchos de ellos de gravedad.

Alemania aún tendría que sufrir otro atentado. Fue el 21 de febrero, cuando un refugiado sirio apuñaló a un turista español con evidentes motivaciones religiosas en el centro de Berlin. A estos ataques hay que sumar dos más, en Austria y en Francia.

Lobos solitarios

El 15 de febrero, un solicitante de asilo sirio apuñaló mortalmente a un adolescente en Villach, Austria, e hirió de gravedad a cinco personas. El gobierno austríaco lo calificó de "atentado islamista". El autor era un joven radicalizado de 23 años y tenía conexiones con el Estado Islámico.

El 22 de febrero, dos meses después del atentado de Magdeburgo, un argelino pendiente de expulsión mató a una persona e hirió a otras tres en Mulhouse, Francia. No solo le habían denegado la solicitud de asilo sino que tenía abierto un expediente por terrorismo. 

Todos estos atentados solo han evidenciado el auge de la actividad yihadista en Europa. También han hecho saltar las alarmas sobre la falta de control de los refugiados y solicitantes de asilo. Son el blanco fácil de la propaganda yihadista para su radicalización, y para que acaben actuando como lobos solitarios para matar infieles.

España ha conseguido de momento abortar varios atentados, pero sigue manteniendo la máxima alerta contra el terrorismo islamista. Las operaciones terroristas se han multiplicado, y se ha expulsado a varios individuos por propagar mensajes radicales entre los musulmanes. 

La policía española ha interceptado también mensajes radicales que llaman a matar infieles en España. Forma parte de la nueva estrategia de organizaciones terroristas como Estado Islámico o Al Qaeda. Tras perder su capacidad logística hace unos años, empezaron a introducir células durmientes que organizan la propaganda para incentivar ataques de lobos solitarios.