El atentado de Magdeburgo: entre la construcción del relato y el silencio mediático
La polémica versión oficial ha desacreditado a los medios convencionales en declive
Durante mucho tiempo los medios de comunicación de masas fueron considerados el cuarto poder. La irrupción de las redes sociales abrió una grieta que se ha ido agrandando con el paso de los años. Ahora, plataformas como X se han convertido en la principal herramienta de muchos ciudadanos para acceder a fuentes de información libres.
Muchos factores han contribuido a la crisis de los medios convencionales. Uno de ellos, su connivencia con el poder político imperante. El atentado de Magdeburgo, el 20 de diciembre de 2024, puso en evidencia esta perversa lógica.
El atropello múltiple protagonizado por un árabe en un mercado navideño amenazaba con revelar una verdad incómoda. Este 2025 hay elecciones en Alemania y la derecha radical sigue creciendo. El SPD ha sufrido un gran desgaste en el poder, sobre todo por sus políticas migratorias.
En este contexto, los medios afines al poder elaboraron un relato tendencioso, y cuanto menos sospechoso. Los medios españoles y catalanes compraron una historia que se acomodaba a su propio relato.
Aparecieron unas declaraciones del autor del atentado hablando mal del Islam y criticando las políticas migratorias de Angela Merkel. Todo encajaba. El terrorista no era un fanático islamista sino un apóstata del islam simpatizante de la extrema derecha alemana.
Una duda razonable
Días después impera el silencio mediático. Todavía no han respondido por qué atacó un mercado navideño o por qué fallaron los controles pese a las advertencias de su radicalización.
En Cataluña, las primeras noticias informaban que "un coche" había irrumpido en un mercado navideño causando varios muertos. Daba la sensación que el coche había cometido el atropello solo, sin conductor. Luego difundieron la versión oficial para señalar que el peligro en Europa no es el islamismo radical sino la extrema derecha.
Esta versión, que contiene evidentes lagunas, empezó a suscitar indignación en las redes sociales. Fue precisamente en X (Twitter) donde empezó a circular una versión alternativa que ignoraron a conciencia todos los medios. Una activista iraní alertaba de la taqiyya, el engaño permitido en el islam en beneficio de la propia fe.
Esto planteaba una duda cuanto menos razonable: ¿Era el terrorista un apóstata del islam admirador de la extrema derecha, o un islamista que había recurrido al engaño para planear su venganza?
El relato contra la verdad
Los medios no solo ignoraron esa versión, sino que difundieron en masa una historia sospechosa y llena de lagunas. Miles de personas mostraron su indignación en las redes. Lo cual confirma la crisis de credibilidad de los medios convencionales y la tendencia creciente a buscar la verdad en plataformas como X.
Los medios mantienen su silencio días después del atentado, pero en cambio siguen con su particular guerra contra X.
El País llama "zumbados" a quienes creen la versión no oficial, y habla de "aire de odio y violencia". La Vanguardia acusa a los "voceros de la extrema derecha" de vertir informaciones "falsas y tendenciosas en X". Pero ni uno ni otro ponen en cuestión las lagunas evidentes que contiene la versión oficial.
El terrorista no solo atacó un mercado navideño en lugar de una mezquita, sino que además lo hizo con toda la intención. Según la fiscalía, entró por una de las entradas de emergencia después de llevar meses estudiando el lugar. Por lo tanto, la elección del lugar fue premeditado y no casual o fruto de las drogas como han dicho algunos.
Algún medio catalán ha llegado a comparar la denuncia del islamismo radical con la persecución de los judíos en la Alemania de los años treinta. Delirante. Y mientras, las estadísticas indican que cada vez menos gente consume los medios de comunicación tradicionales.
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