Alberto de Mónaco y Charlène posando juntos en un evento con un gráfico de explosión en el centro.
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Alberto de Mónaco, al descubierto: El refugio secreto que ya tenía antes de Charlene

El lujoso palacio en Cantabria del que disfruta a veces Alberto II de Mónaco en sus retiros de soledad

El príncipe Alberto II de Mónaco goza de un lugar único en Cantabria, una joya del siglo XVII transformada en un lujoso hotel boutique. Se trata del Palacio de Helguera, que tiene siglos de historia, y un profundo vínculo con la Familia Real monegasca. El tatarabuelo de Alberto patrocinó, a principios del siglo XX, las excavaciones de las cuevas prehistóricas rupestres de los Valles Pasiegos.

Un refugio único con una historia Real

Construido en el siglo XVII por Juan José de Ceballos, el Palacio de Helguera se ha convertido en un lugar exclusivo y lleno de historia. Con sus fachadas de sillería, techos de madera y una gran escalera de piedra, el palacio ha sido cuidadosamente restaurado. La interiorista Malales Martínez Canut ha dado un toque rococó a sus espacios, fusionando la elegancia del pasado con el confort moderno.

El príncipe Alberto de Mónaco en traje azul sonriendo

La relación del palacio con la realeza monegasca tiene sus raíces en Alberto I de Mónaco, el tatarabuelo de Alberto II. A principios del siglo XX, Alberto I patrocinó las excavaciones científicas en las cuevas de los Valles Pasiegos, que contienen importantes pinturas del Paleolítico. Este legado perdura y se honra hasta el día de hoy.

Una visita para conmemorar el centenario

El año pasado, Alberto II visitó el Palacio de Helguera para conmemorar el centenario de las excavaciones en las cuevas del Castillo en Puente Viesgo. Estas cuevas fueron reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008. Durante su estancia, el príncipe expresó su profundo respeto por el trabajo de su tatarabuelo, quien fue fundamental para el arte rupestre de la región.

El interés de la Familia Real monegasca por el arte rupestre cántabro se remonta a más de un siglo, señala El Periódico. El medio destacó el lazo que une a los Grimaldi con Cantabria.

Tranquilidad y lujo para el príncipe Alberto II de Mónaco

Durante su estancia, Alberto II se alojó en una de las suites más exclusivas del palacio. La habitación del Regente Gabriel Ciscar, decorada con elegancia, le ofreció la privacidad que necesitaba. Durante su visita, el Palacio de Helguera cerró al público para garantizar su seguridad y comodidad.

Alberto de Mónaco disfrutó de la tranquilidad de los jardines y se relajó en la piscina infinita, con vistas impresionantes a los valles cántabros. Además, el palacio le ofreció la paz que tanto busca, alejado del bullicio de su vida pública.

Gastronomía, un festín para los sentidos

La gastronomía también fue uno de los puntos destacados. En el restaurante Trastámara, dirigido por el chef Renzo Orbegoso, el príncipe degustó platos típicos españoles y cántabros. Raviolis de rabo de toro, tortilla de patatas y rodaballo fueron algunos de los manjares que disfrutó.

Uno de los momentos más especiales fue su fascinación por el vino Ribera del Duero del Palacio, elaborado con uvas de viñas centenarias. Alberto II se llevó varias cajas a Mónaco, un gesto que demuestra su aprecio por los productos locales.

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