
Si cruzas la acera en este pequeño pueblo de Cataluña acabas en otro país
Un pueblo insólito donde cambiar de idioma, de matrícula o de policía depende del rincón donde estés en cada momento
Hay pueblos con encanto, pueblos de playa y pueblos de montaña. Pero hay muy pocos que se puedan describir como un lugar “partido en dos”. En este rincón del Mediterráneo, la frontera no está en una aduana lejana, sino en la propia calle.
Los vecinos cruzan de un país a otro sin darse cuenta: basta con cambiar de acera o abrir la puerta equivocada. Es un lugar único, donde la vida cotidiana se mezcla con mapas, límites y banderas. Ese lugar existe: El Portús, un pequeño núcleo del municipio de La Jonquera, en Girona.
El Portús, un pueblo singular
El Portús (también conocido como Los Límites o Le Perthus, en francés) se encuentra en plena comarca del Alt Empordà, en la provincia de Girona. Forma parte de La Jonquera, municipio famoso por ser punto de paso entre España y Francia. Pero El Portús tiene algo distinto: la frontera atraviesa el pueblo.

La mitad de sus casas están en territorio español y la otra mitad en francés. El trazado de la frontera cruza calles y plazas, marcando una división que resulta insólita en Europa. No es raro que un vecino viva en España y su amigo, justo enfrente, en Francia.
La diferencia de tamaño entre ambas partes también sorprende. En el lado español residen apenas 48 personas, mientras que en el lado francés viven más de 500.

Vivir con dos países a la vez
En El Portús, la frontera forma parte de la vida diaria. Los vecinos están acostumbrados a cruzar de país con solo dar unos pasos. Para hacer la compra, visitar a un amigo o incluso sacar la basura, a menudo se cambia de estado sin darse cuenta.
Esto genera situaciones curiosas. Un coche aparcado en un lado de la calle puede estar en España, mientras que la casa justo enfrente ya pertenece a Francia. Incluso los servicios públicos se reparten: bomberos, ambulancias o policía dependen de la parte en la que se encuentre cada vecino.

Lejos de ser un problema, los habitantes de El Portús viven con naturalidad esta peculiaridad. La frontera se convierte en algo cotidiano, casi invisible, aunque siempre presente.
Qué ver en El Portús
La atracción principal de El Portús es precisamente esa frontera que corta el pueblo en dos. Pasear por sus calles y comprobar cómo una acera pertenece a España y la de enfrente a Francia es la experiencia más curiosa que ofrece.
Muchos visitantes aprovechan para hacerse la clásica foto con un pie en cada país. Otros se fijan en detalles cotidianos, como las señales de tráfico o las matrículas de los coches, que cambian en apenas unos metros. Quienes quieran alargar la visita pueden acercarse a la ermita de Santa Llúcia o recorrer alguna de las rutas del Paraje Natural de la Albera.

Un pueblo que despierta curiosidad
El Portús no es un gran destino turístico ni presume de monumentos famosos. Pero su condición de pueblo dividido por una frontera lo convierte en un lugar único en Europa.
Para los vecinos es el escenario normal de su vida diaria. Para los visitantes, es una rareza geográfica que invita a descubrir cómo es vivir con dos países en una sola calle.
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