El presidente de ERC, Oriol Junqueras, interviene durante un mitin de su partido, en el Teatre Sagarra, a 30 de abril de 2024, en Santa Coloma de Gramanet, Barcelona, Catalunya (España)
POLÍTICA

Oriol Junqueras culmina su golpe maestro para recuperar el poder absoluto en ERC

Su victoria le entroniza a nivel orgánico y refrenda su estrategia de acercamiento a los socialistas

Oriol Junqueras fue elegido presidente de ERC el 17 de septiembre de 2011, tras la dimisión de Joan Puigcercós por la debacle electoral. Llegaba a un partido fracturado y con la confianza por los suelos tras el desgaste en el gobierno tripartito. Junqueras insufló aires nuevos a la formación, y la llevó a lo más alto ne medio de la vorágine del procés.

Oriol Junqueras y Elisenda Alamany, dándose la mano en un mitin político con gente de fondo

Su paso por la cárcel contribuyó a reforzar su aura de líder mesiánico entre importantes sectores del independentismo. Pero su popularidad cayó a la misma velocidad con la que se desinfló el procés. Desde entonces pasó a ser identificado como uno de los cabecillas de la élite procesista que habían traicionado al pueblo de Cataluña.

Su figura fue inevitablemente asociada a la crisis de ERC, acuciada por el desgaste del gobierno en minoría de Pere Aragonès. El ciclo electoral negativo del último año y medio y la fractura interna en el partido marcaron el fin de ciclo del junquerismo. 

La pérdida de trece diputados en las elecciones catalanas del 12 de mayo fue la culminación de este proceso de implosión. Días después, Oriol Junqueras anunció su dimisión con la intención de someterse al juicio de la militancia. Un golpe maestro que le ha permitido volver a tomar el control del partido contra todo pronóstico, y esta vez sin contrapesos.

Operación Pedro Sánchez

De hecho, Oriol Junqueras no ha inventado nada, sino que copió la estrategia ejecutada en 2016 por Pedro Sánchez. El entonces secretario general del PSOE presentó su renuncia al perder el apoyo del aparato del partido. Entonces se dedicó a recorrer el país para connectar con la militancia, que le aupó nuevamente al poder en las primarias contra Susana Díaz.

El ejemplo de Pedro Sánchez inspiró a un Junqueras asediado por la crisis electoral y la fractura interna de su partido. Muchos le identificaron como el culpable de la deriva procesista, al haber urdido desde la cárcel de Lledoners la estrategia de ensanchar la base.

Constatado el fracaso del procés, pensó que era el momento de ensanchar la base del movimiento para trazar una nueva hoja de ruta a largo plazo. Esto implicaba sacrificar la vía unilateral para avanzar hacia un referéndum pactado con el Estado. También implicaba romper con Junts para acercarse a formaciones de izquierda como el PSOE/PSC y Podemos/Comuns.

Una lucha de poder

La entonces secretaria general de ERC, Marta Rovira, secundó la estrategia de Oriol Junqueras. Pero la rápida descomposición del proyecto distanció a los dos dirigentes que acabaron enfrascados en una lucha por el poder. Al final, Junqueras y Rovira representaban dos círculos de poder que hasta entonces habían convivido dentro del mismo partido.

La maniobra de Oriol Junqueras para recuperar el poder fue respondida por Marta Rovira anunciando también su dimisión. Los dos crearon su propia candidatura para batirse en duelo en el congreso de noviembre. Junqueras como líder de Militància Decidim, Rovira en la sombra.

La campaña de estas primarias ha demostrado que su enfrentamiento no es ideológico sino una pura lucha por el poder orgánico. Ambos han mostrado pocas diferencias programáticas, y sí mucho revanchismo con guerra sucia incluida. Al final, Oriol Junqueras ha demostrado ser un mejor estrategia, y ha apovechado los errores de su exsectaria general.

¿Y ahora qué?

¿Por qué ha ganado Junqueras? En primer lugar porque los liderazgos fuertes de Salvador Illa y Carles Puigdemont exigían también un líder fuerte en ERC. Y aunque en el grueso de las bases independentistas está mal visto, Junqueras sigue teniendo un gran prestigio entre buena parte de la militancia republicana. 

En segundo lugar, porque ha sabido presentarse como el candidato de la militancia contra el establishment. Fraguó una candidatura basada en el apoyo de las bases y el mundo local frente a una lista, la rovirista, plagada de excargos y pesos pesados del partido. 

La pregunta es, ¿y ahora qué?

A nivel interno, Oriol Junqueras sale indudablemente reforzado pero con un partido roto por la mitad. Aunque tendrá el poder absoluto para hacer y deshacer, tendrá también el reto de recomponer la unidad para relanzar el proyecto en los próximos años. Un desafío que pasa por reintegrar al flanco independentista del partido y evitar la tentación de una purga de roviristas.

A nivel estratégico, su victoria refrenda el apoyo de la militancia a su propuesta de ensanchar la base. Aunque amagó con romper con los acuerdos con el PSC, es poco provable que se arriegue a perder el único resorte de poder que le queda a ERC para recomponerse. Como Puigdemont en Junts, la victoria de Junqueras es un síntoma de que en Cataluña todo sigue igual.

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