Junts utiliza al PP para su estrategia de desgaste en Cataluña

Junts ha marcado un "punto de inflexión" en la legislatura de Pedro Sánchez. Esa fue la expresión que utilizó el propio Carles Puigdemont este lunes en la rueda de prensa en Bruselas, donde le pidió una cuestión de confianza al presidente del Gobierno. Horas después votaba con el PP para tumbar el impuesto a las energéticas, e iniciaba negociaciones con el Gobierno sobre las competencias de los Mossos.

La cosa tiene su aquel, porque las competencias de los Mossos han provocado la primera fractura entre el PSC y Cataluña. Pero la estrategia de Junts va más allá. Utiliza al PP para tensar la cuerda con el PSOE, y obtener concesiones con las que desgastar al gobierno de Salvador Illa en Cataluña.

Puigdemont sabe que Pedro Sánchez no presentará la cuestión de confianza, pero ha conseguido meter más presión a su debilitado gobierno. Además, la moción de censura sigue planeando en el ambiente. Esta opción ha sido descartada por Junts, pero no es impedimento para que sigan votando medidas con los populares para seguir debilitando a Sánchez.

Con un Gobierno debilitado es más fácil conseguir concesiones, y el plan ya está dando resultados. El PSOE habría prometido a Junts ampliar las competencias de la policía autonómica catalana a cambio de que aprueben los presupuestos. Junts aspira a conseguirlo para dejar en evidencia al PSC, que aceptó la entrada de Guardia Civil y Policía Nacional en el 112.

Feijóo aumenta su presencia en Cataluña

El plan de desgaste de Pedro Sánchez ha cruzado los caminos del PP con los de Junts. Alberto Núñez Feijóo ha encontrado en el tacticismo de Puigdemont un nuevo aliado con el que pavimentar su largo pero paciente camino hacia la Moncloa.

Hace tiempo que el PP abandonó la estrategia de la movilización permanente en la calle para centrarse en la batalla institucional con el PSOE. Esto le ha dado algunos réditos, como bloquear la amnistía en los tribunales para aumentar la tensión entre socialistas e independentistas. La acción se traslada ahora a la labor parlamentaria, tumbando leyes esenciales para el Gobierno como la reforma fiscal.

Aunque la distancia con Junts sigue siendo muy grande, el PP ve positivo este acercamiento para evidenciar la lejanía ideológica de Junts con el PSOE. En paralelo, Feijóo está aumentando su presencia en Cataluña para camelarse a los empresarios catalanes. Explota así el descontento de sectores como el Cercle d'Economia y Foment del Treball con el vasallaje de Junts al PSOE y Sumar.

Los enemigos de mis amigos son mis amigos

Pero de momento Junts y PP solo coinciden por una cuestión meramente táctica. En realidad, los populares tendrían muy difícil justificar una alianza con un Junts dominado por Puigdemont. Al mismo tiempo, Junts no se plantea abandonar el bloque de gobierno mientras el PP siga dependiendo de Vox. 

De hecho, Vox es ahora mismo el único impedimento para que Junts se plantee seriamente cambiar de aliado. Porque después de un año los juntaires consideran que el experimento con el sanchismo ha fracasado. Hay la sensación de que Pedro Sánchez controla todo el aparato del estado menos lo más importante, los jueces.

Y mientras eso siga así, el PSOE siempre podrá utilizar la escusa de los palos en las ruedas para justificar el incumplimiento de los acuerdos. Por lo tanto, Junts tiene pocos motivos para seguir sosteniendo a Sánchez. Pero sí una razón de peso, el pragmatismo.

Los postconvergentes están a punto de conseguir las competencias en inmigración, y podrían obtener más competencias de los Mossos si prosperan las negociaciones. Luego irán al Parlament a restregárselo al PSC y a ERC para demostrarles quien está ejerciendo de gobierno efectivo en Cataluña. El PP es el aliado perfecto en esta estrategia de desgaste que beneficia a todos sin convencer del todo a nadie.