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¿Quién hizo humanos a los neandertales?
La humanización de los neandertales: entre evidencia científica, interpretaciones culturales y proyecciones ideológicas
Ha habido muchos intentos de equiparar la cultura y la biología neandertal a la sapiens. Es la vieja historia de cómo algunos intentaban humanizar a nuestros parientes, los neandertales, sabiendo que estos ya eran otros humanos.
En sus inicios, los neandertales y los sapiens fueron diferentes en morfología y rasgos, pero muy parecidos genética y culturalmente. Por ello, quizás algunos expertos tengan razón al equiparar a los neandertales con nosotros en inteligencia, emociones y capacidades tecnológicas. Pero, ¿y si están perpetuando un prejuicio?
Cuando en 1949 Dart interpretó que en Sterkfontein y Makapansgat, yacimientos de Sudáfrica, unos australopitecos agresivos golpeaban a otros primates, se equivocó. Los cráneos rotos y pulverizados de aquel yacimiento hicieron pensar en un genocidio entre aquellos congéneres. Sin embargo, en aquellos días, la Segunda Guerra Mundial había ofrecido una visión violenta y bélica de la humanidad. Eso quizás influyó en esa explicación guerrera. Más tarde, con la objetividad del tiempo, los datos arqueológicos mostraron que todo fue fruto de depredadores que capturaban y despedazaban a aquellos primates cerca de un abismo donde sus restos iban cayendo. En definitiva, en el siglo XXI, con las guerras alejadas de Occidente —aunque no erradicadas—, la interpretación ha podido ser otra más pacífica, pero no necesariamente más verdadera.

Hoy en día podría ocurrir algo similar con el hecho de humanizar a los neandertales. En una sociedad que lucha por la igualdad, la inclusión y los derechos sociales, quizás no se quiere oír que un neandertal sea diferente de un sapiens. Analicemos esta posibilidad para llegar a una conclusión sobre la evolución entre sapiens y neandertales.
Un primer caso en el que quizás se humaniza a los neandertales lo encontramos en los enterramientos rituales de la Sima de los Huesos. Los antiguos directores de Atapuerca interpretaron en ellos algo muy humano en aquellos neandertales de hace 400.000 años: el funeral de los difuntos. Hoy en día, la mayoría de los sapiens occidentales enterramos a nuestros muertos. Sin embargo, hay muchas otras culturas que no lo hacen, ya que fuera de nuestro entorno existen multitud de etnias que elevan piras con sus difuntos, los abandonan en pleno campo o incluso se los comen, rituales que devuelven los cadáveres a la naturaleza. Es decir, sepultar es solo una práctica más y, quizás, pensar en el entierro en la Sima de los Huesos proyecta una costumbre occidental sobre los neandertales. Además, el entierro intencionado en Atapuerca ha sido descartado por muchos autores, quienes explican que los restos humanos fueron en realidad los restos de la comida de carnívoros cerca de la cueva.
Otro ejemplo del intento de humanizar a los neandertales lo vemos en algunas representaciones. Estas, encargadas a pintores y dibujantes, muestran el pasado evolutivo con inevitables dosis de imaginación. Una de las más difundidas sobre los neandertales es un dibujo en el que unos familiares arrojan un difunto al interior de un abismo. El cadáver, supuestamente neandertal, presenta rasgos claros de los sapiens. Los neandertales carecían de mentón, a diferencia de los sapiens. Sin embargo, en esa representación aparece un neandertal con un mentón definido.

Otro ejemplo de la humanización de los neandertales lo mostró un medio internacional. En el número de mayo de National Geographic de 2013, José Luis Arsuaga escribió que los neandertales utilizaban plumas para decorarse la cabeza. Para llegar a tal deducción, se basó en la reconstrucción de un busto masculino de un neandertal elaborado por el artista italiano Fabio Fogliazza. Esta escultura, a su vez, se inspiraba en unas suposiciones sobre el yacimiento neandertal de Fumane, en Italia. Ante tal cadena de conjeturas, cabía preguntarse si realmente los neandertales se emplumaban la cabeza.
Arsuaga defendía dos argumentos. El primero, al comienzo del artículo, afirmaba textualmente que «las reconstrucciones que hacen los paleoartistas son tan buenas y realistas que nos vemos obligados a preguntarnos si de verdad ganaríamos algo viajando al pasado». Es decir, el busto de un neandertal resultaba más creíble que los propios fósiles encontrados. En segundo lugar, entre los miles de fragmentos óseos del yacimiento italiano de Fumane, Arsuaga se fijó en unos restos de alas pertenecientes, entre otros, a grandes aves como cuervos, buitres y águilas. En aquella cueva, los neandertales despedazaron muchos animales para comérselos.
Sin embargo, para Arsuaga, y cito textualmente, «estas partes del cuerpo (las alas) no proporcionaban ningún alimento a los neandertales». Tal afirmación no encuentra ningún respaldo científico; es más, contradice la gran cantidad de proteína que contienen las alas de las aves, algo que evidencia cualquier Kentucky Fried Chicken del mundo. Es decir, eso no debería ser pretexto para suponer que los neandertales no consumían alas de pájaro y, en cambio, sí se emplumaban la cabeza. Pero Arsuaga defendía que llevaban aquellas alas a la cueva para arrancarles las plumas y usarlas como adorno en sus cabezas. Es decir, al igual que algunos sapiens, como los sioux o los cheyennes, los neandertales también se colocaban plumas en la cabeza. De algún modo, y sin pruebas, estamos proyectando una costumbre de humanos recientes sobre unos fósiles muy distantes en el tiempo.
Sin embargo, uno de los intentos más evidentes de hacer más humanos a nuestros parientes prehistóricos lo conocí a través del obispo auxiliar de Oviedo, monseñor Raúl Berzosa. Él, gran aficionado a la evolución humana, vio en el entierro ritual de la Sima de los Huesos una trascendencia divina que se remontaba a 400.000 años atrás. A través de correos y llamadas mantuvimos conversaciones fluidas y amables: él leía los trabajos que le enviaba, y yo leía el libro que me regaló en 2005, Una lectura creyente de Atapuerca. La fe cristiana ante las teorías de la evolución. Su tesis era muy sencilla: si en Atapuerca los humanos de entonces ya enterraban a sus muertos, significaba que Dios había diseñado un plan evolutivo y trascendental para aquellos Homo escogidos, unos casi precristianos, en una idea similar a la de Pierre Teilhard de Chardin. En definitiva, una vez más se había proyectado la cultura actual del género Homo sobre un fósil muy lejano.
Podemos concluir que la idea de equiparar a neandertales y sapiens es más una cuestión ideológica que una realidad. Hoy en día, quien quiera separar las creencias de la ciencia, se dará cuenta de que sapiens y neandertales fueron variedades de una misma especie, pero sin ningún diseño ni plan divino trascendental que los igualara. Además, gracias a sus moldes endocraneales, sabemos que poseían estructuras cerebrales diferentes y, por lo tanto, maneras distintas de estructurar ideas, aunque quizá no de pensar. También conocemos que su estructura corporal era sumamente divergente y que sus hábitos de vida también diferían. Entonces, ¿cómo se puede justificar la humanización de los neandertales? Pues no se puede, ya que tanto ellos como nosotros éramos humanos de una misma especie, pero de variedades diferentes. Además, podemos convenir que hacer sapiens a los neandertales sería un error tan grande como querer hacer neandertales a los sapiens. La cultura de estos recolectores y cazadores fue humanamente distinta, pero, al no fosilizar, se ha perdido en la niebla del tiempo.
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