Montaje de fotos de Ursula Von der Leyen con rostro serio primer plano con una multitud al fondo sosteniendo banderas de Siria sobre un fondo rosa.
OPINIÓN

Cristiandad mal entendida

Salen a la luz contradicciones en la política de la UE: ¿Paz y democracia o apoyo a la violencia en Siria con fondos europeos?

Aunque poco o nada pueda hacerlo pensar en las políticas recientes de la tecnocrática y globalizadora UE, esa entidad supranacional tan poco unida (baste ver la solidaridad de los germanos con los ‘PIGS’ en cada crisis) y, de materializarse candidaturas como las de Turquía o Georgia, tan dudosamente europea que hace pensar en la vieja chanza sobre el Sacro Imperio (ya sabe el lector: “Que ni era romano, ni sacro, ni un imperio”), la bandera de los doce luceros de oro sobre azul celeste que ondea de Varsovia a Finisterre fue diseñada con una inspiración cristiana en mente. 

Pocos hay que lo recuerden, y desde luego mucho se guardan de decirlo las propias instituciones europeas (si buscan el significado de las estrellitas en la web de la UE se hablará de la “unidad” y la “diversidad” de los “pueblos de Europa”), no fuera caso que un guiño simbólico a 2000 años de Historia y de cultura pudiera ofender a alguien u obstruir el camino al pluralismo multicultural, pero así lo hacía notar el propio autor del diseño, quien, como recogía The Economist en un artículo del 2004, había querido referenciar al momento en que, en el Libro de las Revelaciones, al final del Nuevo Testamento, aparece “una mujer vestida con el Sol” y con una “corona de doce estrellas sobre su cabeza”. Para los no familiarizados con la imaginería cristiana a causa de la secularización y la LOMLOE: Se trata de forma indudable de Nuestra Señora, Santa María, la Madre de Dios.

Primer plano de Ursula von der Leyen con rostro serio.

Pero esta vocación mariana, negada hoy en su forma explícita y espiritual, pueda siga viva, digamos, como tipo psicológico o inclinación subconsciente (como decía el famoso psicólogo junguiano “la mitología es la psicología de la antigüedad, la psicología es una mitología de la modernidad”).

Solamente así, por un súbito arrebato de devoción mariana culminante en una muy mal digerida visión mística de la Santa Virgen, puede llegar a entenderse la reciente decisión de nuestra particular ‘Regina Pacis’, Ursula von der Leyen, de regar en euros (hasta 2.500 millones de ellos, para ser concretos) al gobierno sirio de Ahmed Huseín al-Charaa (ya saben: ese bonachón con un pasado yihadista, de quien quizás les suene más su nombre de guerra ‘al-Golani’) a escasos días de que ONGs y periódicos de medio mundo hagan saber de una oleada de violencia con miles de víctimas mortales, que tiene según la BBC (ese peligroso medio antisistema) a la minoría alauita, que representa un 10% del país, en un permanente “estado de terror” a base de lo que la propia ONU (ya se sabe: institución anti-europea y putinista, por lo menos) define como “ejecuciones sumarias” de “familias enteras” de opositores y civiles sospechosos de poco afectos al nuevo régimen post-Assad.

Debo hacer una pausa en mi habitual estilo rimbombante porque la noticia, en sí, es (y debería contarse como) espeluznante: Un gobierno sanguinario, que accedió al poder por la violencia, y que está disparando a sangre fría a civiles desarmados de minorías religiosas (la BBC habla de barrios enteros incendiados, los cadáveres yaciendo sin recoger sobre las calles y tejados, como carroña para las ratas y los buitres literales y humanos por igual), es regado de millones por la Unión Europea de la inclusión y la diversidad; en palabras de la propia Comisión Europea (vía nota de prensa) para “ayudar al proceso de transición de Siria” y a su “recuperación socioeconómica”.

Mapa de Siria junto a una vista panorámica de esta ciudad con edificios y una mezquita.

Como María, imagino, esta nueva Reina de la Paz ha querido hacer suya la prescripción de San Mateo “Amad a vuestros enemigos; bendecid al que os maldice”, y por eso (y como la propia Inmaculada intercediendo por todos nosotros y nosotras para nuestra mejora y santificación) dona generosamente el dinero de todos (el suyo también, lector/a), a un tipo que hace no mucho presidía la delegación local (Frente Al-Nusrah) de la misma Al-Qaeda que bañó en sangre tantas ciudades europeas (Madrid sin ir más lejos en aquel trágico 11M), y que sigue listada por la inteligencia norteamericana como una de las más peligrosas organizaciones yihadistas del Levante.

Como Ella, y en Su suprema humildad, no ha querido gloria ni nombre algunos para sí, y ese es sin duda el significado profundo de que, después de esta gracia generosamente concedida, el gobierno proto-salafista del encumbrado carnicero tenga el descaro de pixelar a Von der Leyen de la foto (ya saben: podría dar ideas equivocadas a las mujeres del lugar) y ni Ella (en su infinita sabiduría y sencillez) ni la Comisión que preside hayan alzado siquiera el más leve grito (¡o ‘tweet’, al menos!) de protesta. 

Como la propia Hija de Sión (¡qué otro título mariano más apropiado a nuestra presidenta!), Ursula, esperanza de Europa y de la humanidad, hace suyo el Canon 2478 de la Iglesia Católica y, con San Ignacio de Loyola, nos dice: se “ha de ser más pronto a salvar la predisposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar (…) corríjale con amor”. 

Por eso, ante un gobierno que dispara a los infieles por las calles y borra a las ministras y presidentas extranjeras de las fotos, ella no ve machismo, xenofobia ni discriminación religiosa, si no (agárrese, lector/a, los machos, o lo que en su caso corresponda) la “primera vez en décadas” en que “la esperanza de Siria se puede tornar realidad”, y esta convertirse en “un país donde todo el mundo pueda expresar su opinión. Con los mismos derechos y representación —hombres y mujeres por igual, por encima de su fe, etnia o ideología—. Un país sin sitio para la violencia sectaria”. No, no me lo invento.

Sin duda, su tierna mirada y sus regalos dados en nuestro nombre han de conmover el alma de al-Golani y sus compinches, que pronto harán del Estado que hoy controlan y que antaño querían llamar “Islámico” un paraíso de diversidad, democracia e inclusión. 

Y si no, con esta pasta, seguro que al menos aceleran el proceso de matanza y, quizás, cuando no queden opositores haya paz: La de un cementerio, pero paz. 

Dejando las ironías, que aun si necesarias para procesar el absurdo del tiempo que vivimos son imperdonables en las conclusiones. Nos decía Tolkien: “El Mal es incapaz de crear nada nuevo, tan solo puede deformar y destruir lo que fue inventado o creado por el Bien”. Como decía el hijo predilecto de Loyola: El diablo se presenta siempre “sub angelo lucis”. 

Hay mucho de eso en la recién descubierta y subconsciente devoción mariana de Von der Leyen, que se erige en una especie de internacional hermana carmelita con nuestros impuestos, repartiendo, toda Gracia, sus dones a justos y pecadores por igual (¿quién nunca ha asesinado a unos cientos de infieles en nombre de su Dios? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra).  

Montaje de fotos de Ursula von der Leyen frente a una imagen de una bandera de Europa.

Es como si esta Europa posmoderna, incapaz en el fondo de arrancar sus profundas raíces culturales (lo cual sería además, siquiera simbólicamente, muy poco ecologista), las terminara deformando en una imagen tétrica y paródica de lo que una vez pretendieran ser, del mismo modo que las doce estrellas que originalmente simbolizaron (seamos creyentes o no) a un símbolo milenario de triunfo del Bien sobre el Mal se tornan a día de hoy en meros elementos decorativos con significado genérico y abstracto:

Del pacifismo han hecho indefensión; de la humildad, ridícula y humillante postración; de la caridad, estupidez y moneda de cambio geopolítica; de la piedad, miopía y autodestrucción. Y así, donde la ‘Reina de la Paz’ de los Cielos cruje con su bota el cuello de la serpiente milenaria, la ‘Reina de la Paz’ en Siria alimenta la cabeza de la que amenaza hoy con ahogarnos. Paradojas de la posmodernidad y de la vida.

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