
Cataluña tiene un problema
Lo que ocurrió la semana pasada en Salt refleja el claro problema de inmigración que tiene actualmente Cataluña
Los hechos de Salt, la impunidad con la que algunos partidos han permitido que los delincuentes actúen y la actitud de algunos grupos en el Parlamento, como la CUP, defendiendo y alentando a los violentos a seguir atacando a los Mossos d'Esquadra, han dejado claro que Cataluña tiene un problema (o más de uno) grave.
El país tiene un problema con la inmigración. Con la concentración de personas extranjeras en municipios concretos, como es el caso de Salt, con un porcentaje de más del 37% de población extranjera. Una cifra que, si contamos las que residen de forma ilegal, que las hay, sube aún más.

Este hecho, más allá de lo que supone para la forma de ser y vivir de ciertas localidades, generando cierta inseguridad en algunos lugares donde pasear por ciertos espacios de las villas se ha convertido en algo prácticamente imposible, también genera una sensación de fortaleza para los grupos de inmigrantes que, como se ha visto en Salt, se sienten con la legitimidad de plantar cara a todos como si tuvieran el derecho de imponer sus ideas.
Lo que ha pasado en Salt esta última semana era algo esperable. De hecho, si me lo permiten, creo que han estado bastante tranquilos, durante muchos años, en esta localidad que siempre ha tratado un hecho anormal como una situación normal. Que incluso algunos grupos políticos municipales han llegado a celebrarlo por el hecho multicultural. Y Salt puede no ser la última ciudad con incidentes de este tipo que últimamente hemos visto en muchos lugares de Europa.

Guissona, Roses, Olot, Figueres, Blanes, Vic, Ripoll, Salou… son solo algunas de las poblaciones catalanas donde tienen un problema similar al de Salt. Y que, lejos de la imagen que ha querido vender TV3, la televisión pública que pagamos entre todos, no es solo un problema de vivienda, que existe y hay que ponerle solución. Es un problema cultural, de convivencia, de no querer imponer una forma de vivir que no concuerda con la que hemos defendido siempre.
La situación que viven las poblaciones anteriormente mencionadas, con una población autóctona que cada vez se siente más fuera de lugar en su propia casa, así como el buenismo con el que pide actuar una mayoría parlamentaria de izquierdas en el Parlamento, llevando incluso a los Mossos a una situación de vulnerabilidad muy peligrosa, es la clave del ascenso de Aliança Catalana. Y no, no es racismo ni xenofobia. Es la falta de valentía de unas administraciones que han adoptado una posición de comodidad para no enfrentarse a una realidad que ahora les está explotando en la cara. Y dar marcha atrás, de forma ordenada y tranquila, ya es casi imposible. Se necesitan medidas de choque.
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