Dos personas con gafas en un fondo rosa con líneas negras.
OPINIÓN

Alemania, Ripoll y los 'cordones sanitarios'

Si la izquierda no hubiera apostado por la mentira y la cursilería, no tendría por qué temerle al debate libre

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Como que es muy democrático y muy progresista considerar que los que piensan diferente son un "problema sanitario", una especie de tumor o infección, hace un tiempo ya que se puso de modo la expresión "cordón sanitario" para designar esos pactos parlamentarios diseñados para excluir a millones de votantes del sistema (o miles en el caso de los pequeños ayuntamientos del interior del Principado) de cualquier tipo de efectividad política. Está claro que dicha estrategia parte de esa ridícula arrogancia de la izquierda acerca de su superioridad moral, pero la pregunta es: ¿Al menos funcionan, los cordones sanitarios?

Ya tenemos unos años de experiencia al respecto y la respuesta es: los cordones sanitarios siempre acaban perjudicando de manera estrepitosa a quien los plantea. Veámoslo:

Si se acordona a una formación, se la aísla, se la aparta, lo único que se consigue es que pueda crecer en paz, sin alborotos, sin el desgaste que supone el acceso al poder. Además se le proporciona munición dialéctica de máximo alcance, porque nada más fácil que señalar la hipocresía de quienes es nombre de la democracia excluyen a una parte de los votantes. ¿La soberanía popular, expresada en el sufragio, solo es válida si se vota a la izquierda?

Una persona hablando en un evento con un fondo azul que tiene el logo de un partido político.

Hubo cordón contra VOX, que gobierna ya en mil sitios, contra Le Pen, contra Meloni, contra la AFD, contra el mismísimo Trump. Ninguno ha dejado de crecer de manera masiva. Hay cordón sanitario contra Aliança Catalana desde su nacimiento: gracias a ello ha alcanzado la alcaldía de Ripoll y una representación parlamentaria que, según las encuestas, como poco se triplicará en las próximas elecciones.

Lo que sucede es que, como en el caso de los sistemas monetarios alternativos (que acabarán por subvertir el paradigma ruinoso en el que vivimos desde la Federal Reserve Act de 1913), el ciclo de la información se ha descentralizado. Esa es la palabra clave: descentralización. Los Mass Media solían funcionar como centralitas; nodos centrales a los que todos acudíamos para informarnos y debatir. Pero eso se acabó.

Ahora hablamos entre nosotros, a todas horas, sin necesidad de intermediarios; más concretamente, sin necesidad de esos intermediarios que se habían ganado su puesto en despachos y sedes bancarias, funcionando como propagandistas del poder de turno. ¿Antena 3, La SER, El Mundo? Ya la mayoría de la población, sobre todo los jóvenes, saben que ahí no hay espacios limpios de participación, sino una mezcla de marketing publicitario estúpido y servilismo enfermizo hacia las élites.

Claro, el combo de sufragio + parlamentarismo fue diseñado a finales del XVIII, cuando el libre mercado de la información planetaria ni podía imaginarse. Es decir, fue diseñado para organizar un tipo de vida comunitaria que ya no existe. Votar cada cuatro años a gente como Gabriel Rufián o Rubern Wagensberg y llamar a eso "representación democrática" es una broma de mal gusto. ¿Qué es lo que va a suceder? Que la realidad social, ya que no es representada de manera fiel en las instituciones parlamentarias, ha buscado otras formas de hacerse valer. Si un sistema oxidado y arterioesclerótico no puede encauzar el torrente de vida civil, dicho torrente encontrará otros cauces por los que fluir.

Abascal, Nogueras, Feijóo y Sánchez en un entorno parlamentario.

Si se entiende esto, se entiende por qué el eje izquierda-derecha ya no vale para nada. En un ambiente de debate planetario global a la velocidad de la luz, los matices de las cuestiones son infinitas. La simplificación binaria, que siempre fue una colosal idiotez, ya resulta solo un lastre para quien siga empleándola. "O Pedro Sánchez o el fascismo", ¿qué persona mínimamente despierta puede sostener semejante chorrada? Hagámonos a la idea de que el parlamentarismo ha quedado obsoleto.

Es verdad que es mejor solucionar los problemas dialogando que pegando tiros, pero ya no es verdad que esa conversación solo la puedan tener Gabriel Rufián y sus colegas, hablando una vez por semana en un hemiciclo que se renueva cada cuatro años en happenings electorales absurdos. Hagámonos a la idea de que el sufragio universal deberá ser reformulado, porque ya no sirve para plasmar el peso político de las distintas opciones. ¿No es acaso Silvia Orriols el centro de la política catalana con apenas una alcaldía y un par de diputados? Las redes descentralizadas y no manipulables (oh, divino blockchain, oh divino Satoshi) han venido para quedarse.

Todo el tinglado del sistema liberal de sufragio + parlamentarismo respondía a un mundo que pasó hace siglos. La información (esto es un tema para otro lugar, con más tiempo) es una forma de energía; las redes de información son básicamente redes eléctricas a estas alturas de siglo XXI. Y la gestión energética tiene criterios muy sencillos: se premia la eficacia y la fuerza frente al caos entrópico. Buena suerte a quien intente cordones sanitarios frente a redes más eficaces, rápidas y baratas. Si la izquierda no se hubiera basado en la mentira y la cursilería, no tendría por qué temer a un ambiente de libre debate no centralizado. Ahora llegan tarde y de mala gana al nuevo escenario. Y nadie va a llorar por ellos.

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